La forma en la que manejamos nuestro mundo interno lo impulsa todo, cada aspecto de cómo amamos, cómo vivimos, como nos relacionamos y cómo morimos. Pero aunque esto sea cierto, la psicología lo apoya, tiene una trampa: la positividad extrema, la positividad tóxica. Frases del tipo: «atraes lo que eres» o «piensa de forma positiva y solo te pasarán cosas buenas» se basan de una forma perversa en como las emociones transforman nuestra experiencia de la realidad, y si digo experiencia de nuestra realidad y no la realidad en sí. Porque al igual que en la magia, únicamente la intención no es suficiente para transformar nuestro entorno.