La positividad tóxica te está matando

La forma en la que manejamos nuestro mundo interno lo impulsa todo, cada aspecto de cómo amamos, cómo vivimos, como nos relacionamos y cómo morimos. Pero aunque esto sea cierto, la psicología lo apoya, tiene una trampa: la positividad extrema, la positividad tóxica. Frases del tipo: «atraes lo que eres» o «piensa de forma positiva y solo te pasarán cosas buenas» se basan de una forma perversa en como las emociones transforman nuestra experiencia de la realidad, y si digo experiencia de nuestra realidad y no la realidad en sí. Porque al igual que en la magia, únicamente la intención no es suficiente para transformar nuestro entorno.

La visión convencional de las emociones, como buenas o malas, positivas o negativas, es una visión rígida, y, aunque no lo hayas notado, el mundo es complejo y cambiante. La rigidez es tóxica frente a la complejidad. La positividad como única y verdadera elección es tóxica. Necesitamos mayor flexibilidad para conseguir una auténtica resilencia y para prosperar.

La negación es destructiva. Negar esas emociones que nos han enseñado a catalogar como negativas está destruyéndote por dentro igual que negar que no estás haciendo nada malo cuando ignoras o toleras un acto de discriminación destruye el tejido social.

Lo único cierto es la incertidumbre, y aún así somos incapaces de enfrentarnos a ella de una manera que no nos haga daño debido a esa cultura que cataloga emociones en buenas y malas. Podemos ensimismarnos en nuestros sentimientos concentrados en tener razón o en convertirnos en las víctimas de lo que pasa a nuestro alrededor; la otra opción, y quizá la más peligrosa, es que podríamos apartar nuestras emociones y permitirnos sentir solo aquellas consideradas legítimas, positivas.

Es bueno sentir «malas emociones»

Nos juzgamos a nosotros mismos por tener «malas emociones», como la tristeza, la ira o el dolor. Pero no solo lo hacemos con nuestras propias emociones, también lo hacemos con las de los demás. De una forma no premeditada quizá avergonzamos a los demás por tener emociones consideradas negativas, les intentamos llevar a una solución para que dejen de sentir eso y ahí es cuando fracasamos a la hora de ayudarles.

Todas esas «malas emociones» son intrínsecamente valiosas. Las emociones, todas ellas, son normales y naturales pero ahora son vistas como buenas o malas y si ahora no eres una persona positiva eres alguien malo: hemos llevado el sentir emociones al plano de la rectitud moral.

A las personas que sufren una enfermedad mortal como el cáncer les decimos automáticamente que deben ser positivas, a quien tiene miedo de nadar porque no sabe le decimos que no lo tenga y que nade, a quien está furioso porque ha recibido un trato injusto le decimos que se calme, y la lista continua.

La tiranía de la positividad

Estamos ante la tiranía de la positividad, y como todas las tiranías es cruel, malvada e ineficaz. Pero lo peor es que nos lo hacemos a nosotros mismos y a los demás. Es una respuesta rígida, autoritaria, ante situaciones cambiantes y fluidas. Es una respuesta insostenible para los individuos, las familias, para las comunidades, para la sociedad, para el planeta.

Los psicólogos han demostrado que cuando una emoción se aparta o se ignora se hace más fuerte, lo llaman amplificación. Quizá pienses que al ignorar esas emociones las estás controlando pero lo cierto es que esas emociones te acaban por controlar a ti. El dolor interno siempre sale a la luz. Siempre. Cuando ignoramos y apartamos las emociones normales y naturales y nos aferramos a una falsa y tóxica positividad nos convertimos en personas incapaces de afrontar el mundo real, perdemos las habilidades para enfrentar el cambio.

Cuando dejas de sentir lo malo mueres

Solo a los muertos no les causan molestias sus «sentimientos indeseables». Solo los muertos no se estresan nunca, no se quejan, no se les rompe el corazón, no se decepcionan cuando fracasan. Las emociones complicadas son el precio que pagamos por vivir. No podemos conseguir un carrera significativa, construir una familia o hacer del mundo un lugar mejor sin estrés y aflicción.

La aceptación total de todas nuestras emociones, incluso las más complejas y difíciles es le hito para la resilencia y la prosperidad, para la verdadera felicidad. Pero no solo debemos aceptar lo que sentimos, también debemos saber con precisión que es lo que sentimos.

Solemos etiquetar nuestras emociones de una forma rápida y fácil. Al etiquetar con precisión nuestras emociones, somos más capaces de discernir la causa exacta de nuestros sentimientos y eso nos permite tomar medidas concretas. Las medidas correctas para nosotros. Nuestras emociones son datos. Las emociones contienen indicadores de lo que nos importa. Si sientes rabia con las noticias quizá significa que valoras la equidad y la justicia y es entonces cuando puedes trabajar en esa dirección.

Sacar ventaja de las emociones negativas

Cuando estamos abiertos a las emociones difíciles podemos generar respuestas alineadas con nuestros valores. Pero debemos de tener en cuenta que las emociones son datos, no son directrices. Podemos llegar y minar nuestras emociones por sus valores sin tener que escucharlas. Podemos sentir una ira indescriptible hacia alguien pero no por ello tenemos que seguir esa ira y golpearle hasta que la ira se desvanezca. Somos dueños de nuestras emociones, no al revés.

Cuando internalizamos la diferencia entre lo que sentimos con lo que sabemos y lo que debemos hacer en una acción alineada con nuestros valores generamos el cambio hacia la mejor versión de nosotros a través de nuestras emociones. La versión que nos hará sentirnos orgullos de nosotros mismos, pero que no es extrapolable a otra persona. Nunca hay una solución universal para todos.

Actos mágicos para sentir y avanzar

Si sientes una emoción complicada, difícil, fuerte, no te apresures a buscar una salida emocional. Conoce los contornos de esa emoción, profundiza y pregúntate ¿qué te dice ese sentimiento? No busques una respuesta tipo: «estoy enfadado» o «estoy triste», cuando decimos eso sonamos como si nosotros mismos fuéramos el sentimiento, pero tú eres tú y el sentimiento es una fuente de información. Intenta no pensar que «estoy triste» si no «siento que estoy triste».

El paganismo y la brujería nos dan una gran cantidad de herramientas a las que podemos acudir para profundizar en esos sentimientos. La meditación nos puede servir para enfrentarnos a las emociones de una forma en las que las veamos de una forma externa a nosotros mismos para poder entenderlas. La adivinación nos puede ayudar a encontrar pistas sobre lo que sentimos y el porqué lo sentimos. Hay una infinidad de posibilidades que podemos puedes poner en práctica dependiendo de tu religión o tu camino mágico, explóralas y encuentra una que te ayude a entender que es lo que sientes.

Una vez que hayas encarado tus emociones, que las hayas analizado y las hayas entendido ya puedes decidir que es lo mejor para ti. Pero no debes tener solo la intención porque la intención no cambia las cosas. Puedo tener la intención de comerme una manzana pero si hago la acción de comerme la manzana seguirá sin ser comida. Con la magia pasa lo mismo. Ya tienes la emoción, la motivación para conseguir algo, esa emoción se relaciona con el agua, ahora te falta conseguir el resto de elementos para traer ese cambio a tu vida y eso implica conocimiento (aire), voluntad (fuego) y trabajo (tierra).

No seas un zombie emocional

¿Un zombie está vivo? La respuesta es no. Parece que está vivo porque se mueve, come y habla (aunque esto varía dependiendo de que tipo de zombie hablemos) pero realmente está muerto. Con las personas que están constantemente en el lado positivo, que no se permiten sentir «cosas malas o feas», y que se alejan de toda la tristeza, el estrés o el dolor pasa lo mismo: parece que están vivos pero realmente están muertos por dentro.

Solo cuando nos permitimos sentir todas nuestras emociones podemos vivir realmente. Piensa que si las emociones negativas no fueran útiles para nosotros no las tendríamos igual que nos adaptamos al medio desprendiéndonos de otras cosas a lo largo de la evolución. Las emociones nos dan información valiosa sobre nosotros y sobre nuestro entorno.

Todas las cosas que nos producen alegría son también las que nos producen dolor pero esa es la naturaleza de las cosas. El amor, el trabajo, la familia, son fuentes de ambos sentimientos pero nos ayudan a tomar decisiones que reconfiguran nuestro mundo para adaptarnos a él. La pérdida, el dolor, la culpabilidad… son fuentes de información que nos dicen que algo no está bien o que algo ha cambiado y que debemos actuar, no para dejar de sentir esas emociones, si no para sentirlas, saber el porqué de las mismas y adaptarnos a nuestra nueva situación.

La diversidad no es solo algo que se de en la naturaleza o en las organizaciones humanas, es algo que se de en el interior humano: es la diversidad emocional. Debes tratar tus emociones con curiosidad y compasión y especialmente con el valor para tomar decisiones que se correspondan con tus valores para poder alcanzar lo que realmente quieres, lo que te hace feliz y eso a veces implica sentir dolor, estrés, miedo o tristeza pero la recompensa es mucho mayor.

Rev. Roble Tormenta

Rev. Roble Tormenta

Guardián y Director del Santuario de Eros, Primer Sacerdote y Oráculo de Eros. Sacerdote de Primer Grado de la Tradición Nativista Correlliana de la Wicca. Wiccano y brujo desde 2004. Portador de la Luz de Hécate. Miembro de la Orden de Artífices y de la Orden de los Tejedores de Paz, ambas pertenecientes a la Tradición Nativista Correlliana. Máster en filósofía, community mannager, redactor y editor, artista.
Rev. Roble Tormenta

Rev. Roble Tormenta

Guardián y Director del Santuario de Eros, Primer Sacerdote y Oráculo de Eros. Sacerdote de Primer Grado de la Tradición Nativista Correlliana de la Wicca. Wiccano y brujo desde 2004. Portador de la Luz de Hécate. Miembro de la Orden de Artífices y de la Orden de los Tejedores de Paz, ambas pertenecientes a la Tradición Nativista Correlliana. Máster en filósofía, community mannager, redactor y editor, artista.

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