Cuando desde el Santuario de Eros lanzamos el proyecto del Observatorio Pagano de Eros y el primer cuestionario para el Estudio sobre sexualidad y género dentro del paganismo recibimos, de forma mayoritaria, un apoyo de gran parte de la comunidad pagana. Y digo de parte porque nos encontramos con algunos comentarios que nos decían que todo esto era totalmente innecesario, que las cuestiones sobre la sexualidad y el género son cosas privadas y que no tienen que mezclarse con la religión. Creemos que este pensamiento no podría estar más equivocado.
Una de las cosas que aprendemos cuando nos adentramos dentro de la Wicca y en casi todas las tradiciones dentro del paganismo es a trabajar con la sombra. Nuestra sombra es esa parte oscura de nosotros mismos, que tenemos oculta, que no es agradable o que está reprimida. Los miedos, los prejuicios, lo que nos avergüenza, lo que nos enfada… Son todas esas cosas que no nos gustan de nosotros mismos, aquello que no consideramos positivo o nos hace daño de algún modo porque no lo queremos en nuestra vida.
La religión nos da herramientas muy poderosas para trabajar con la sombra, para integrarla, para transformarla, canalizarla para que todas aquellas cosas que nos molestan o dañan se conviertan en puntos fuertes o cambien para dejar paso a nuevos patrones, a nuevas emociones o actitudes. Si por ejemplo parte de mi sombra es tener complejo de provenir de un ambiente con pocos recursos trabajar con ella me puede hacer ver lo que realmente me hace feliz y dejar de obsesionarme con cosas que tienen otros y que realmente no necesito o incluso convertir ese sentimiento en algo que me impulse para cambiar mi situación. No siempre hay una única respuesta para cada parte de nuestra sombra, hay tantas como personas y sombras.
Pero la sombra no solo forma parte de cada uno de forma individual, también forma parte de la sociedad. La injusticia, la desigualdad, el racismo, la diversexfobia (el odio a los miembros del colectivo LGBTQ+), el machismo, los problemas ecológicos… Piensa en todo aquello que consideras nocivo o negativo en la sociedad y estarás viendo diferentes aspectos de la sombra que todos portamos como sociedad. Entonces, si podemos trabajar la sombra a un nivel personal ¿por qué no vamos a poder trabajar la sombra a un nivel social?
Aquí es precisamente donde entra la labor pública de todas las tradiciones paganas: en producir un cambio positivo en la sociedad en la medida de nuestras posibilidades. Cada ritual es una oportunidad de transformarnos, siempre que queramos transformarnos a cualquier nivel. A nivel personal está claro que cada uno depende de sí mismo en este sentido, si no quieres transformarte por medio del ritual no lo harás, pero a nivel social y colectivo la cosa cambia. Habrá algunos que no quieran el cambio porque todavía no vean esa parte de la sombra, no la reconozcan, no quieran reconocerla o que les beneficie que esa parte siga en la sombra colectiva.
Cualquier camino espiritual debe ayudarnos a reconocer nuestra interconexión con el mundo, a sentir nuestro poder para cambiar y sanar, para llamarnos a entrar en la acción. El paganismo, y en concreto la Wicca, nos llama a hacer, no debemos esperar un milagro o una intervención divina, nosotros somos parte de esa divinidad y por tanto nosotros debemos luchar (o al menos empezar) ese cambio que queremos en el mundo.
Cuando nos volvemos más conscientes de lo que está sucediendo en el mundo que nos rodea y encontramos cosas que no nos gustan o que sabemos que no son buenas debemos abrazar ese dolor. Ese dolor es una manifestación de que estamos conectados, que, junto con otros seres humanos y no humanos, formamos un todo. Pero este dolor, al igual que en el trabajo con la sombra personal, no debe paralizarnos, tiene que afirmar nuestra participación en la red de la vida. Como dice John Halstead en The Spirituality Of Protest: «protestar es una oportunidad para honrar colectivamente el dolor que sentimos, en lugar de reprimirlo o tratar de distraernos de él.»
Aceptar este tipo de dolor nos da un poder, pero un poder colectivo, que solo podemos llevar a cabo en colaboración con otros. Starhawk lo explica esto maravillosamente en Truth or Dare: Encounters with Power, Authority and Mystery. Cuando comenzamos a trabajar por el cambio, para cambiar o integrar nuestra sombra colectiva podemos comenzar a sentir que estamos formando parte de algo mucho mayor que nosotros mismos, ya sea divino o no. Brian McLaren escribió en Naked Spirituality: «No hay nada más radicalmente activista que una vida verdaderamente espiritual, y no hay nada más verdaderamente espiritual que una vida radicalmente activista.»
Entonces, volviendo sobre la situación que desencadenó este artículo, podemos decir que las cuestiones relativas al género y al sexo son privadas en cuanto nos referimos al ámbito personal de cada uno y debemos respetar el deseo de cada persona a la hora de hacer o no públicas las cuestiones relacionadas con ello. Pero en cuanto hablamos de cosas que nos afectan a todos, de causas sociales debemos involucrar a la religión porque esta nos ofrece herramientas magníficas para poder conseguir un cambio en la conciencia colectiva, en integrar y transformar la sombra que todavía hoy no está dañando porque queremos que siga siendo algo privado cuando en realidad es colectivo.
Mientras haya asesinatos, discriminación, acoso, marginación y vulneración de derechos en todas las cuestiones relativas a la diversidad sexual y de género estás serán cosas que deban mezclarse con la religión. Son cosas de las que debemos hacernos cargo, es parte de nuestra sombra colectiva y debemos trabajar para integrarla y para transformarla y que todos podamos vivir con las mismas condiciones y oportunidades.