Detalle de «The Magic Circle» de John William Waterhouse.
Hace unas semanas un hombre trans me escribió porque en un grupo LGBTQ+ al que se unió le empezaron a tratar de loco y a insultarle solo por su condición de transexual. El grupo en cuestión estaba creado para crear comunidad y apoyarse entre los miembros del colectivo pero ¿qué comunidad y que apoyo podemos esperar de alguien que discrimina a otros por ser diferentes? La respuesta es que muy poca. Hace tan solo unos días ocurría algo parecido en un grupo de brujería donde surgieron comentarios primero en contra de la diversidad sexual y de género y segundo en contra de los wiccanos, aunque afortunadamente los moderadores y la administradora cortaron de raíz esos comentarios. Ahora, imagínate que eres una persona LGBTQ+ y que además perteneces a la Wicca ¿cómo te sentirías si cuestionan y atacan dos partes de tu identidad tan importantes como tu orientación sexual o identidad de género y tus creencias?
Encontrar tu comunidad
El ser humano es un animal gregario por naturaleza, necesitamos pertenecer a un grupo, incluso los más introvertidos y solitarios necesitan de otros para vivir felizmente, aunque sea un grupo reducido de amigos y familiares. Cuando somos diferentes a quienes nos rodean intentamos buscar comprensión y apoyo en quienes, en teoría, son similares a nosotros. Gracias a Internet miles de personas LGBTQ+, paganos, brujas y wiccanos han encontrado comunidades con las que compartir parte de quienes son ya sea porque pertenecen a una de esas categorías o a varias de ellas al mismo tiempo.
El ansia por poder compartir, por encontrar a alguien que se parezca a nosotros, que nos comprenda y que nos escuche cuando otros solo pondrían caras raras o harían comentarios innecesarios puede hacernos entrar en un grupo y depositar nuestra confianza demasiado rápido en ellos. Y esto puede no resultarnos beneficioso porque un solo interés en común no es suficiente para formar una comunidad en la que nos sintamos seguros, donde no seamos juzgados como en otras partes porque los problemas pueden venir de esos otros intereses que no compartimos.
¿Por qué es importante que haya algo más que un interés común? Porque cuando hablamos de algo tan importante como la orientación sexual, la identidad de género o nuestras creencias necesitamos de una cierta seguridad. Son aspectos muy importantes que conforman partes esenciales de quienes somos y por ello necesitamos protegerlos lo máximo posible. Si establecemos más de un lazo, más de un vínculo es mucho más probable que los otros nos sientan como similares a ellos y tenderan a protegernos porque se ven reflejados.
El entorno ya de por si va a ser hostil con nosotros, las brujas siempre han sido seres liminares, forasteras de las convenciones sociales, y las personas LGBTQ+ lo han sido en una gran mayoría de la historia, por lo que buscar un grupo en el que sentir esa pertenencia y acabar siendo atacado puede suponer un problema aún mayor. Exponemos una parte de nosotros y cuando más nos exponemos más peligro corremos de salir heridos por lo que es importante saber donde nos metemos y que si hay más lazos entre las personas del grupo habrá una conciencia mayor de comunidad, de familia, en la que dañar a otros sea algo inaceptable.
Trazar un círculo social
Si para contactar con la Divinidad o para hacer magia necesitamos crear un espacio único y diferente al de nuestra realidad cotidiana ¿por qué no hacemos lo mismo con otros aspectos que no podemos integrar en nuestra vida de una forma completa? Y si, he dicho integrar de una forma completa porque si tienes que ocultar tu orientación sexual, tu identidad de género o tus creencias en tu trabajo o cuando hablas con otras personas para evitar conflictos o situaciones incómodas aún son aspectos que no están integrados del todo. Esto no quiere decir que este mal, no podemos controlar de manera absoluta nuestro entorno y la gente que vive en él, pero si hablar de que marcamos límites por nuestra seguridad, por nuestra comodidad y nuestra salud tanto física como mental.
Trazamos el círculo para capturar y contener las energías que elevamos en nuestros rituales pero también como una forma de expulsar todo aquello que no queramos que interfiera como espíritus extraños, energías residuales o cualquier otra cosa que nos pueda ocasionar problemas. Con nuestra vida social debemos hacer lo mismo aunque aquí la única diferencia es que algunos círculos estarán dentro de otros o a veces se interconectarán creando unos límites más complejos pero que a la larga son más sanos tanto para nosotros como para los demás.
La maldición de la intolerancia
Supongamos que encontramos un grupo en el que nos sentimos cómodos, compartimos varios intereses comunes y las personas que están ahí parecen poco proclives a juzgar a los demás dentro de nuestro círculo. De pronto alguien hace un comentario intolerante y ahí es cuando comienzan los problemas. Normalmente suele haber dos reacciones: que no se le de demasiada importancia y que se deje pasar el asunto o que comience una discusión que sacuda y afecte a todo el grupo; ninguna de las dos tendrá resultados positivos para nadie.
El problema es que las ideas intolerantes son muy contagiosas, nada más tenemos que ver como los discursos de odio tienen cada vez más poder y protagonismo en la política a nivel global. La intolerancia es como la gangrena, infecta una parte del cuerpo y si no la cortas acabará por extenderse matando al ser vivo en el que habitaba. Al igual que con la gangrena lo mejor que podemos hacer para acabar con la intolerancia es cortarla de raíz, lo que a veces supone expulsar a un miembro de nuestro círculo o grupo.
Es importante que ante el menor síntoma de intolerancia tengamos claro como actuar y como erradicar el tema: primero recordando los límites para nuestro grupo y si la situación se vuelve a repetir cortando por lo sano. Si creamos o entramos a un grupo donde queremos un espacio seguro para compartir algo que consideramos importante y que ya de por si es vulnerable porque es atacado o menospreciado por el resto de nuestro entorno no podemos permitir que se repitan los mismos patrones de los que queremos huir, aunque no nos afecten directamente a nosotros.
El poder del athame
El athame, es una daga ritual que según la tradición es de doble filo y con mango negro, representa el aire y la capacidad de trazar límites (por mucho que algunos escritores o personajes influyentes traten de decir que representa la voluntad y el fuego el athame no es una segunda varita). Con el athame trazamos el círculo, cortamos una porción de realidad para detener el tiempo, para contener la energía y para que sea un espacio seguro para nosotros y para nuestra magia.
Con las relaciones sociales debemos hacer lo mismo. No quiere decir que debamos llevarnos el athame en alto por la calle porque es probable que la gente se asuste y la policía nos pueda acabar deteniendo si vamos enarbolando un cuchillo sobre nuestras cabezas. El athame es una herramienta, una extensión de nuestro poder y potencial que nos ayuda a focalizar nuestra energía para crear fronteras y límites que nos son útiles, para abrir puertas y para cortar lazos, pero el poder no está en el athame, está en nuestro interior y podemos invocar ese poder siempre que lo necesitemos aunque no tengamos el athame en nuestra mano.
Aquí no hay una cuestión de voluntad en juego, si no una cuestión mental ya que debemos saber y tener muy claro que es lo que es bueno para nosotros, para los que son como nosotros y que es lo que no debemos tolerar bajo ningún concepto. Ese es el poder del athame, es el poder del aire como elemento en la brujería, el conocimiento, el saber cuando discernir, diferenciar y trazar limites.
Piensa que cualquier grupo que se crea con la intención de crear un lugar donde compartir sin miedo y sin prejuicios tiene la misma esencia que el trazar un círculo mágico. La frase: «felices nos encontramos, felices nos separamos y felices nos volveremos a encontrar» que se suele decir al terminar un ritual también debe aplicarse a nuestras relaciones sociales cuando exponemos partes vulnerables de nosotros mismos. Esto no quiere decir que debamos acabar siempre con las relaciones cuando surge algún problema o disputa, pero si que debemos hacerlo cuando la intolerancia, simple y llena de odio, hace su aparición, entonces es cuando debemos trazar unas nuevas fronteras para nuestro círculo y expulsar todo aquello de lo que huimos o de lo que huían otros que han llegado hasta nuestro grupo.
2 comentarios en «Trazar y encontrar un espacio seguro»
Estoy interesado en conocer más sobre lo que hacéis. Creo que es importante lo que transmitiis acerca de la tolerancia y la libertad de culto, de orientación sexual, etc. Saludos
¿Te interesa algún tema más en concreto de los que tratamos en la web o en nuestras redes sociales?