Eros no es Cupido: diferencias y similitudesUno de los problemas más habituales cuando alguien quiere acercarse a Eros es que la información que puede llegar a encontrar es escasa y cuando la encuentra esta ni siquiera llega a ser toda sobre Eros. La simplificación y la didáctica para acercar la mitología a gente de todo tipo ha hecho que cuando se explican las figuras de Eros y Cupido estos sean equivalentes y que los atributos de uno y de otro sean intercambiables cuando originalmente no lo fueron. Pero también hay una razón histórica para que a día de hoy sigamos arrastrando este error, error que muchas personas dentro del paganismo y la brujería, cuando se adentran en el culto de alguno de estos dioses, no llegan a reconocer porque la mayoría de las fuentes más habituales suelen repetirlo.

Diferencias desde el propio sentido del nombre

Lo más llamativo cuando nos paramos a analizar a estos dioses es que su propio nombre ya tiene una diferencia en su sentido. Eros, Ἔρως en griego antiguo, además de ser el nombre del dios es la palabra que los griegos utilizaban para amor en un sentido más parecido a como lo entendemos hoy en día, como un sentimiento y un deseo al mismo tiempo. De hecho los usos más antiguos de esta palabra suelen aplicarse en el sentido de amor y con el paso del tiempo fue utilizándose cada vez más también con el sentido de desear. Si hilamos con el mito que lo convierte en Protogonos, el primero en nacer, podemos entender que ese amor es un impulso primordial, lo que nos lleva a amar, el sentimiento en si mismo. El amor, Eros, es una fuerza primitiva y en algunos casos incontrolable. El deseo, que si es controlable, viene en cuanto sentimos ese amor, pero para desear primero tenemos que querer algo y parece que los romanos entendían bien esta distinción.

Cupido, Cupīdō en latín, significa deseo o deseo apasionado. El deseo es la consecuencia final de la emoción, primero experimentamos la emoción, luego el sentimiento y por último el deseo. Para que exista el deseo debe existir antes un sentimiento, por ejemplo, antes del deseo sexual habría un sentimiento de atracción. De hecho los romanos tenían la palabra Cupiditas que significa el sentimiento que motiva la voluntad de querer poseer el objeto por el que se siente esa emoción, es decir, lo que solemos entender por deseo. Si que es cierto que los romanos también llamaban Amor en algunas de sus composiciones poéticas a Cupido, pero también había múltiples Amores, que tienen una correlación con los Erotes griegos.

Es curioso que en la propia filosofía romana incluso se debata el papel de Cupido y haya diferentes concepciones de él pero siempre con la connotación de deseo o anhelo como lo sería para los griegos tardíos Poto. Deseo de gloria, deseo de poder o el deseo incontrolable son los temas más recurrentes sobre Cupido. Sin embargo en De Rerum Natura de Lucrecio nos encontramos que el poeta y filósofo habla de Cupido y de las palabras derivadas de él para hablar de la lujuria humana y el instinto animal de aparearse pero también del impulso de los átomos para unirse y formar la materia, quizá esta sea la concepción más parecida a un Eros Protogonos pero no proviene del culto, sino de una reflexión filosófica, pero Lucrecio conocía a los filósofos griegos quienes si conocían la concepción de Protogonos de Eros.

Diferencias en el culto

Aunque es verdad que el culto a Eros fue relegado a un segundo plano según iba ganando terreno el culto de Afrodita en toda la Hélade, Eros no llegó a perder su importancia y mantuvo algunos de sus propios festivales así como un culto relativamente independiente. Tespias, Pario (o Parión), Leuctra siguieron manteniéndose como centros del culto a Eros a pesar de la predominancia de Afrodita en el resto del mundo griego, así como el culto que Eros también tenía en la Academia y los gimnasios.

Sin embargo Cupido parece que no tuvo un culto oficial en ningún templo o prácticas religiosas que fueran independientes a otras divinidades del panteón romano. Cuando nos encontramos a Cupido suele ser como una figura secundaria en el culto a Venus, o, en menor grado, de otros dioses. Si que pudo haber una devoción privada en los santuarios domésticos pero no parece haber una diferencia clara entre las figuras que se utilizaban para el culto y cuales eran simplemente decorativas, sobre todo desde la épica de Augusto (el primer emperador romano) donde la figura de Cupido se hizo muy común.

Cupido además parece ejercer un papel algo antagónico dentro de la cultura romana antes de que el Imperio cayera en declive. Según Ovidio, Cupido actuaría como enemigo de Diana, que representa la virginidad y la castidad. Es decir Cupido sería el generador o el desatador de un impulso que habría que controlar por el bien de la sociedad (esta concepción parece chocar con la visión interesada que historiadores cristianos y de algunos romanos sobre ciertas épocas y gobernantes han calado en el imaginario colectivo de una Roma volcada en las pasiones y falta de autocontrol y pensamiento racional).

Las flechas de Eros y las flechas de Cupido son diferentes

Copia romana de "Eros tensando su arco" de Lisipo en el Museo Capitolino
Copia romana de «Eros tensando su arco» de Lisipo en el Museo Capitolino

Quizá uno de los errores más extendidos sobre las flechas que usaban Eros y Cupido es que ambos tenían flechas doradas para incitar el amor y el deseo y flechas de plomo para provocar el desamor, la aversión y el odio. Lo curioso es que podemos encontrarnos la referencia a este par de tipos de flechas repetida hasta la saciedad, incluso en ámbitos académicos, pero cuando consultamos las fuentes primarias (en este caso los textos originales de los griegos y los romanos) las flechas de oro y plomo parece que solo son cosa de Cupido.

Homero en la Ilíada y Teócrito en la Bucólica XXIII nos dicen que guardaba sus flechas en un carcaj de oro. Eurípides en Ifigenia en Áulide habla de que Eros tiene dos tipos de flechas, unas para el amor y otra para el desamor. Nono de Panópolis en las Dionisíacas dice que las flechas de Eros son generativas, incluso dice que eran de fuego. Pero la única referencia que podemos encontrar en las fuentes primarias sobre las flechas doradas, que traerían el amor, y las flechas de plomo, que traerían el desamor, es en Las Metamorfosis de Ovidio. Ovidio fue un poeta romano y aunque estuvo fuertemente influenciado por la cultura griega su realidad ya estaba tamizada por el de su propia cultura: romana. Aunque también habría que señalar que el mito de Eros y Psique que relata Ovidio es probable que fuera de origen griego, no así como la referencia a los dos tipos de flechas que solo encontramos a partir de él.

¿A qué se debe la confusión entre Eros y Cupido?

Realmente la confusión entre Eros y Cupido se ha dado desde la Edad Media. Las Metamorfosis de Ovidio fueron un referente clave para artistas y estudiosos y en muchas traducciones del latín se intercambiaban Eros y Cupido indistintamente. También influyó enormemente que los romanos adoptaran y adaptaran el panteón griego al suyo propio, como hicieron con otras culturas que conquistaron, y que hicieran copias y reproducciones (aunque no siempre exactas) de las esculturas y los motivos artísticos griegos.

La similitud entre ambas culturas acabó haciendo que se vieran como una sola sin prestar mucha atención a las diferencias que había entre ellas. Así, una confusión originada en la Edad Media fue perpetuándose a lo largo de la historia en obras de arte de todo tipo: esculturas, cuadros, novelas, obras de teatro, etc., y que se reproduce de igual modo en otros campos como la filosofía. Es fácil comprender por qué se confunden Eros y Cupido, sobre todo si tenemos en cuenta que son divinidades de las que actualmente tenemos poca información.

¿Cómo diferenciar a Eros de Cupido?

Diferenciar a Eros de Cupido va a resultar en muchos casos una tarea titánica, sobre todo cuando las referencias que nos encontremos sean cada vez más modernas. Además gran parte de las obras de arte que conocemos de los griegos es a través de las copias y versiones que los romanos hicieron de ellas (muchas de las originales están perdidas o destruidas). Esto nos deja en una posición un tanto complicada a la hora de trazar una línea que separe a uno del otro.

Trazar la línea que separa a Eros y a Cupido con las flechas y los materiales con las que están hechas es relativamente sencillo si vamos a las fuentes primarias. Si por ejemplo intentamos discernir si los delfines son un animal que se asociara a Eros o a Cupido lo tenemos más complicado. Casi todas las referencias que disponemos son de mosaicos y esculturas cercanas a la península itálica. Los griegos tuvieron colonias por aquella zona y las obras más antiguas que se han encontrado hasta la fecha suelen datar del periodo en que ambas civilizaciones se encontraron. ¿Entonces como podemos saber si han representado a Cupido o a Eros?

Eros Mosaico DelfinEn el caso de las representaciones con delfines no podemos estar totalmente seguros de que sea un Eros helenístico (y ya con apariencia infantilizada) o a Cupido. Los historiadores del arte y los arqueólogos suelen atribuir una gran parte de estas representaciones a Eros, incluso algunas más tardías las catalogan como reproducciones romanas de obras griegas más antiguas. Pero ya hemos visto que a veces los estudiosos también se confunden, como con las flechas, entonces debemos recurrir al conocimiento mágico. La medicina del delfín nos habla de sentir nuestras emociones, de jugar (recordemos que Eros tiene un aspecto de trickster bastante importante) y de la libertad algo que encaja perfectamente con Eros. Por lo tanto, y aunque no fuera del todo correcto históricamente los delfines funcionan con la energía de Eros.

Con el resto de representaciones una regla básica será la edad con la que representen al Dios. Si en la representación nos encontramos con una figura adolescente o de más edad estaremos ante Eros, aunque sea una reproducción romana. Sin embargo cuando nos encontremos ante un muchacho preadolescente o un niño deberemos ser más cautelosos porque o bien es un Eros de la última época griega o Cupido. Con las representaciones más modernas solo deberemos fijarnos en si funcionan para nosotros como una representación de Eros pues toda obra más allá de la Edad Media ya tiene esa mezcla entre ambos.

En muchos casos, y una vez que hayamos agotado todas las posibilidades de investigación sobre Eros y Cupido, deberemos hacer uso de un conocimiento cruzado que nos ayude a encajar las piezas. También es útil la propia experiencia y la experiencia de otros, aunque siempre deberemos de ser claros de donde vienen esas impresiones y no darlas como universales porque puede que solo funcionen para nosotros. A la hora de sentir sus energías nos encontramos con que la mayoría suele sentir la energía de Eros como más amplia y completa (Eros ha sido considerado uno de los dioses de la creación entre otras cosas), sin embargo la energía de Cupido suele ser más sexual y emotiva. Las dos son cálidas pero cuando dejas que ambas te inunden la sensación es completamente diferente. Pero quizá lo más importante a la hora de acercarnos a Eros o a Cupido es el sentimiento que nos lleve a ello.

Rev. Roble Tormenta

Rev. Roble Tormenta

Guardián y Director del Santuario de Eros, Primer Sacerdote y Oráculo de Eros. Sacerdote de Primer Grado de la Tradición Nativista Correlliana de la Wicca. Wiccano y brujo desde 2004. Portador de la Luz de Hécate. Miembro de la Orden de Artífices y de la Orden de los Tejedores de Paz, ambas pertenecientes a la Tradición Nativista Correlliana. Máster en filósofía, community mannager, redactor y editor, artista.
Rev. Roble Tormenta

Rev. Roble Tormenta

Guardián y Director del Santuario de Eros, Primer Sacerdote y Oráculo de Eros. Sacerdote de Primer Grado de la Tradición Nativista Correlliana de la Wicca. Wiccano y brujo desde 2004. Portador de la Luz de Hécate. Miembro de la Orden de Artífices y de la Orden de los Tejedores de Paz, ambas pertenecientes a la Tradición Nativista Correlliana. Máster en filósofía, community mannager, redactor y editor, artista.

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1 comentario en «Eros no es Cupido: diferencias y similitudes»

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